jueves, 17 de noviembre de 2011

Gelonch

Era uno de esos restaurants que hacía tiempo que deseaba visitar, pero que, sin un porqué que pueda condensar en estas líneas –dejémoslo en una cuestión del, recientemente popularizado por el bueno de Pep, “feeling”-, hasta el pasado viernes, nunca había abandonado la oscuridad de mi recámara.

Pero como no hay noche a la que el alba no ilumine, la personalísima propuesta gatsronómica de Robert Gelonch, cocinero formado, entre otros restaurantes, en elBulli, Gaig, Freixa o Speakeasy, por fin vio la luz para mí.

Y tras esta breve -afortunadamente para la salud de nuestras letras- y prosaica introducción, dejemos que la poesía la ponga la cocina del restaurante Gelonch.

Cocina de sabores, al parecer de un paladar amante de la pureza e intensidad de éstos, en demasiadas ocasiones –todo sea por la “noble” causa de hacerlos aptos para todos los públicos- matizados, suavizados, hasta desnaturalizados, que, no obstante, y de la mano de un magnífico servicio de sala, terminó, a los puntos, por convencerme.

Y así, el menú degustación que subió al ring para batirse con una pluma, en ocasiones –lo reconozco-, demasiado afilada, lo compusieron:

Un, y a pesar de su atemporalidad, fuera de época, gazpacho de fresones con aire de fresones, en los que éstos eran solo perceptibles como aroma, pues la base del gazpacho –tal vez, casados con un salmorejo, el matrimonio hubiese sido mejor- se los comía.

Una agradable, aunque algo barroca, ensalada de panceta confitada, vieira asada, langostino crujiente y tabulé de frutos secos.

Un buen carpaccio de Wagyu ahumado, magníficamente acompañado con picatostes a la miel, parmesano y rúcula salteada.


Unos notables tallarines de sepia con pesto “deconstruido”: caldo “axantanado” de parmesano, aceite de albahaca, chips de ajo y piñones tostados.

Una sabrosa composición de mini calamar, huevo de codorniz, ortiguilla a la plancha, migas de chorizo extremeño, salteado de espárragos y cremoso de ajo, en la que, no obstante, se apreciaban, de nuevo, ciertas notas barrocas y, por momentos, desacompasadas.

Un correcto morro de bacalao -una pena que la cocción, al soplete, desnaturalizase su sedosa textura- con colmenillas y espinacas.

Una magnífica lengua de Wagyu, cocinada a baja temperatura durante 40 horas, y acompañada con “leche” y cubos de remolacha, y unos excelentes salsifíes a la crema. Un plato que, por sí solo, justificaría la visita al restaurante Gelonch.

Y dos notables postres, que, seguro, con algo más de ese punch que Robert les sustrae en pro de su popularización –aunque, lo reconozco, muchos de los postres que me han enamorado no han gozado del favor del público en los restaurantes que los servían (Jordi Vilà me confesó un día que yo era de los pocos a los que su pera escalivada con trufa blanca cautivaba)-, alcanzarían la excelencia, encarnados por:

Su interpretación de las Islas Baleares: helado de ensaimada -¡Espectacular!, espuma de queso Mahón, bizcocho ligero de sobrasada y sorbete de mandarina.

Y un cremoso de chocolate blanco y trufa de verano acompañado por un bizcocho ligero de té macha, pistachos caramelizados y nieve de chocolate.

En definitiva, un restaurante y un cocinero a los que, seguro, les aguarda un magnífico porvenir. Y lo dice alguien que no termina de comulgar con su filosofía, lo que da más valor a esta última sentencia.

Bodega: Lavia 2008 (Monastrell y Syrah). Bodegas Molino y Lagares de Bullas. DO Bullas

Precio: 65 € (Disponen de dos menús degustación: 52 € (el descrito) y 63 €, y el precio medio de la carta sin bebidas ronda los 30 €.)

En pocas palabras: Lo mejor y lo no tan bueno de la cocina con nombre y apellido.

Indicado: Para descubrir que los Albert (Coure), Oriol (Hisop), Adelf (Topik), Rafa (Gresca)…cuentan con poderosos aliados al otro extremo del ensanche.

Contraindicado: Para los que gustan de sabores puros e intensos.

932 65 82 98
Bailén 56, Barcelona

4 comentarios:

  1. Avui si que discrepo... :). Vam anar ara fa uns 18 mesos i vaig sortir molt desconent. I va ser el primer lloc que vaig publicar repartint estopa (cosa poc freqüent en el meu blog).

    He mirat que vaig publicar que ja no recordava els detalls... Faig resum:

    Al mirar la carta, la primera sensació es que faltava algun full. En realitat hi havia dos fulls... un contenia un menú degustació de 10 plats crec i l’altre full els mateixos plats, però posats de manera individual. Es a dir menú "SI o SI".

    Com que el menú contenia 3 productes que no agradaven a qui m’acompanyava (ostra, ou poché i peu de porc com farcit) varem optar per demanar plats de la carta... Però clar... només havien 2 segons... un entrecot Nebraska i un turbó espatllat (perdó volia dir acabat) amb coure...:-).

    Total que jo amb el Nebraska (no és la meva carn preferida) i l’altre amb el peix amb trossets de coure. Els primers?... tampoc hi havia massa a triar.. Jo vaig optar per una margallons, que no sé explicar massa com estaven cuinats, amb salsa abundant, mentre que l’altre va agafar fruites a la planxa, també amb salses.

    Vaig sortir pensant que el principal mèrit consistia en apilar components al criteri del chef, on acabes no sabent que menges... I això no m’apeteixen gens.

    La resta un era una ostra... l’altre un assortiment de formatges... també un ou poché... unes carxofes farcides de peu de porc... Vull dir que poca variació permetia.

    I vaig pensar ... aquest tanca aviat... i veig que segueix obert....

    Salut i perdona pel rollo.

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  2. Bon dia, Ricard,

    Com bé apuntes, la cuina del Rober Gelonch és, en ocasions, un xic barroca, no obstant, tant les postres servides com l'estofat de llengua de vaca em fan creure en el seu talent.

    I no et disculpis, és un plaer llegir-te.

    Salutacions,

    eduard

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  3. Hola Eduard,

    Me alegro que te haya gustado el restaurante, porque es uno de mis preferidos. Hace varios años que lo visito con cierta asiduidad y siempre a las personas que se lo he recomendado les ha gustado.

    Yo soy vecina de este lado del Eixample y la verdad que lo oferta gastronómica es escasa. Así que cuando quiero comer o cenar cerca de casa prefiero ir al Gelonch, al Manairó o al Embat.

    La semana pasada estuve buscando alguna crítica tuya acerca del Mas Pau y no conseguí ninguna. Estuvimos el pasado fin de semana y fue una decepción total el menú degustación de otoño y el servicio, es una pena porque el hotel y la masía son muy bonitos.

    Espero con ansias tu críticas de los nuevos restaurantes estrellados de la ciudad.

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  4. Buenas noches, Marisela,

    Sin duda, y a pesar, o gracias, no lo sé, a las pocas expectativas que tenía al respecto, el restaurante Gelonch fue todo un descubrimiento, aunque, del trío que apuntas, yo me quedaría con el Embat.

    Por desgracia, este año Barcelona se ha quedado huérfana de nuevas estrellas, no obstante, hay mucho y bueno sobre lo que escribir.

    Un saludo,

    eduard

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