lunes, 4 de enero de 2010

Esquiró

En este oasis de cocina marinera uno puede disfrutar, a pie de pistas de Baqueira-Beret, de unos magníficos pescados y mariscos, eso sí, a unos precios acorde con la altura del restaurante, esto es, algo más de 1500 metros.

Así, en Esquiró, y aunque seguro que resultará la opción menos económica, uno debe escuchar atentamente a las sugerencias de la responsable de la sala, que, con voz firme y rápida, les recitará los productos del mar recién llegados al restaurante y que, con toda seguridad, muchos de ellos todavía están siendo limpiados por el equipo de cocina.

En esta, mi primera visita, tuve la suerte de ir acompañado por mi familia, y así, pude catar un mayor número de platos.

Como entrantes:

Unos excelentes "sepionetes", de textura y sabor perfectos.

Unos berberechos al natural en su punto (un simple golpe de vapor suficiente para abrirlos).

Unas ortiguillas de mar rebozadas, pequeñas, pero de sabor intenso.

Una brandada de bacalao correcta, pues adolecía de un exceso de aceite que ensombrecía el sabor del bacalao (mi pescado favorito, y del que Marta, en el Mercado de Sarriá, se erige como la mejor proveedora que conozco) e iba acompañada por un soso pimiento (ya es difícil) y una mermelada que nada que ofrecer al plato tenía.

Como platos:

Un arroz con gambas y almejas que apuntó, y que fue corroborado por los postres, que la cocina de Esquiró es de producto y sólo de producto, pues el arroz resultaba bastante insípido, recordando más a una sopa de pescado con muy poco caldo que a un arroz caldoso.

En cambio, la merluza (gigante, fresquísima, en su punto) a la espalda (ajo, vinagre y base de patatas), resultaba fantástica.


Con los postres me sobrevino una triple decepción.

Así, el helado de higos con miel, a pesar de su sabor excelente, como acredita la siguiente fotografía había cristalizado, lo que le borraba cualquier rastro de cremosidad, fundamental en cualquier helado.

La tatin, se sirvió fría, anulando el juego de contrastes entre la misma y el helado de vainilla.

Por último, los buñuelos de chocolate, que a pesar de su buena presencia, resultaron absolutamente gomosos, evidentemente no estaban recién hechos, como así sería de esperar.

En definitiva, en el Valle de Arán se agradece contar con una propuesta gastronómica marinera al efecto de poder hacer un paréntesis en el discurso gastronómico típico del Valle (de sabores tan profundos como pesado para el estómago). No obstante, si optan por esta propuesta, recuerden que el producto es su bastión y que si se apartan de éste es muy probable que naufraguen.

Feliz año!

Vino: Paco y Lola (Albariño)

Precio: 70 €
Calificación: 11/20

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