lunes, 23 de noviembre de 2009

Mis italianos

Puede que la oferta gastronómica italiana en nuestro país esté muy a menudo asociada a comida buena, bonita y barata, mas rara es la ocasión en la que estos tres adjetivos concurren en una misma mesa. Así, el calificativo que más frecuentemente nos encontramos en nuestra cocina napolitana, lombarda, siciliana... es el de barata, a veces acompañado del de bonita, efectista y casi siempre que estos dos se presentan, junto a ellos aparece el de insulsa, pasada, mediocre y un largo etcétera, que convierte tales mesas en aptas sólo para fiestas universitarias, despedidas de soltero y cenas de navidad en años de crisis.

Sin embargo, no todo en Barcelona es maltrato a la cocina de la pasta, de la pizza, de la tagliata, del tiramisu, y así, encontramos restaurantes como:

Non solo pizza, en el que se prepara, tal vez, el mejor pesto fuera de Génova, y su pasta artesana siempre está al punto, esto es, muy al dente. (Calificación:13; Precio: 35 €)

Le Quattro Stagioni, donde uno puede encontrar unos entrantes con marcado acento vegeto-láctico (verduras y hortalizas combinadas siempre con excelentes quesos), una fantástica salsa amatriciana, y unos postres con cierto toque creativo (helado de pera con gorgonzola y nueces, por ejemplo). (Calificación:12,5; Precio: 40 €)

I Buoni Amici, del que destacaría su surtido de embutidos italianos y su excelente ragú. (Calificación:12; Precio: 35 €)

De Gustivus, del que es preceptivo degustar su tomate relleno de burrata y hacer coincidir la visita con la temporada de la trufa (ahora), pues ya sea blanca o negra, se nos ofrece la oportunidad de poner la guinda a los platos con su ralladura. (Calificación:12; Precio: 35 €)

Y pizzerías como Bella Napoli o Murivecchi, donde gracias a los 450º centígrados que proporciona el horno de leña, pueden degustarse pizzas finas, crujientes, de bordes tostados y con ese ligero aroma ahumado que sólo la leña confiere. (Calificación:12,5; Precio: 25 €)

Por último, me gustaría referirme a dos propuestas tan alejadas conceptualmente una de la otra como físicamente los orígenes de sus cocineros.

De un lado, la cocina italo-americana de Da Greco, con su chef oriundo de Brooklyn, y del otro, la genuina y auténtica propuesta de Dopo (la mejor de Barcelona), del mediterráneo Jordi Vilà.

Respecto a Dopo, me remito al post que le dediqué hará unos días, y en cuanto a Da Greco, indicar que su visita sólo encuentra justificación en su risotto al parmigiano (arroz basmati engordado íntegramente con crema de leche y terminado en el interior de un enorme parmesano reggiano, sabor intensísimo y untuosidad), pues el resto de sus rasgos distintivos obedecen a la peor de las acepciones gastronómicas del término cocina americana, esto es, grasienta, rápida (pues en Da Greco uno puede comer entrante, plato y postre en 45 minutos, hecho que me obliga a cuestionarme si en su cocina saben que una mesa no sólo es alimentarse, sino que puede llegar a ser un marco perfecto para compartir, sentir, en definitiva, disfrutar de la vida y no sólo de la comida), y excesivamente dulce.

Como prefiero los finales felices, me aventuraré a sugerirles que se atrevan con mi tiramisú, es de fácil y entretenida elaboración, y seguro que les convence.

Buen provecho

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