martes, 24 de noviembre de 2009

Can Bosch

La Costa Dorada encuentra en Can Bosch de Cambrils, seguro, su más alto exponente de cultura gastronómica.

Alta gastronomía que se desprende, por supuesto, de su cocina, pero también de una sala decorada con estilo, de una mesa dotada de una vajilla y una cristalería de altísima calidad (Versace y Redel respectivamente), y, por último, del magnífico asesoramiento enológico ofrecido por Manuel Subira, uno de los mejores y más apasionados sumilleres de Cataluña, junto con Josep Roca.

Así, el menú degustación que Juan Bosch nos ofrece da comienzo con unos sobresalientes snacks, de los que destacaría las magdalenas de chorizo y el tubo crujiente de pasta filo con jamón ibérico, sin perjuicio del típico, pero más que correcto, crujiente de parmesano y del chupito de guacamole con bogavante.

Es de justicia afirmar que en Can Bosch, la cocina en miniatura, esto es, los snacks de aperitivo y los “petits fours” que acompañan a los excelentes cafés e infusiones que se sirven, es uno de sus buques insignia.

En cuanto a los entrantes del menú de otoño, una de cal y otra de arena, pues el tártar de cigalas con verduritas y mousse de coliflor resulta un prodigio de sabores y sobre todo de texturas (un tártar meloso, unas verduras al dente crujientes y sabrosísimas, y una mousse tan leve... que al degustarla parece que uno estuviese paladeando una nube). Sin embargo, las vieiras salteadas con foie acompañadas de una ensalada de cogollos era un plato de una simplicidad (peor versión de la sencillez), impropia de esta casa.

La senda exitosa se retomó con la ventresca de atún con puré de calabaza y chorizo, pues se reunían en este plato un producto de altísima calidad (el atún), y un juego de contrates dulce y salado, ligero y untuoso, más que reseñable (calabaza y chorizo).

Gracias al ravioli de cola de buey, setas y apio quedaba patente el dominio de Juan Bosch sobre las largas cocciones de la carne, pues la cola de buey guisada que rellenaba los raviolis por sí sola sería un plato digno de los mejores restaurantes.

En los postres, otra exhibición de alta gastronomía gracias a un canelón de vainilla y mango con sorbete de queso fresco (un excelente pre-postre), y a la fantástica arena de chocolate con crema de almendras y helado de te negro, de nuevo, una inconmensurable paleta de texturas y sabores para el paladar: dulces, salados, amargos, ahumados, leves, densos, cremosos, arenosos...

En resumen, Can Bosch es una apuesta segura tanto para los amantes de la cocina creativa (por cuanto ha quedado dicho), como para los que prefieren no alejarse de las propuestas tradicionales, pues sus arroces, en especial el carnaroli con almejas y el negro, son increíbles, y los productos con los que se trabaja en la cocina son siempre de la máxima calidad.

Por último, y si me permiten, me atreveré a sugerirles que lo visiten en otoño o invierno, pues, a mi parecer, son sus mejores menús de temporada y en esas épocas Cambrils resulta un agradable pueblo de pescadores, lejos de la insufrible marabunta de turistas que a partir de Semana Santa lo invaden.

Vino: Lalama

Precio: 75 €
Calificación:15,5/20

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